Myself Ofelizándome

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miércoles, 24 de marzo de 2010

SUEÑOS (2)

Ocurren de repente. Esos lugares en los que siempre has estado ocurren. Te emocionas porque te gustan mucho. Muchísimo. Quieres encontrar el momento de llevar allí a todos tus amigos. ¿Te preguntas porqué tardaste tanto en volver? Te acuerdas del camino para volver. Lo habías olvidado, por eso no volviste. No entiendes como puedes olvidarte de volver a esos lugares. No quieres irte. Quieres quedarte allí para siempre. Y despiertas. Te decides a ir el próximo fin de semana y entonces te das cuenta. Nunca has estado allí. Nunca fuera de tus sueños. Pasan los minutos. Bajas de la cama. De repente quieres recordar ese lugar. Ha desaparecido. Completamente. Se ha borrado el camino. Tienes la certeza de que estuviste allí tantas veces, de que volverás de nuevo. Pero se ha borrado. Ocurrirán. Ocurrirán cualquier noche, de nuevo, por sorpresa.

sábado, 13 de marzo de 2010

Alicia en el país de las mentiras (3)

Alicia escribió en su diario:
"Los dioses, viejos y cansados nos invitan a morir. Demasiada rabia contra nosotros.
Éste es mi mundo y éste mi reloj y no voy a perder el tiempo que tiembla en mis manos. Son demasiado viejos. Les molesta la luz. Nunca apagaré la luz. La quiero absolutamente brillante.
Al envejecer no tuvieron que preguntar como volver a casa. Les guió la luz. Nunca besaré a un astronauta en la luna, pero crucé puertas inmensamente pequeñas y me sumergí en el tiempo y entonces todas las joyas fueron para mí. Siempre es pronto para morir.
Me dí cuenta que sonreía tontamente a los extraños. Una vez, hace mucho tiempo esos extraños habían sido mis mejores amigos. El tiempo vuela siempre TAN deprisa.
Excusas.
Los dioses viejos me contaban sus historias. Por la pesadez de sus pisadas supe que mentían.
Me llamo Alicia y estoy sola. Me reconozco y respiro. ¿Hay mejor misterio para sobrevivir?
Esos viejos dioses no consiguen apagarme."

jueves, 11 de marzo de 2010

Sueños

“Tenía la cara muy muy gorda y las cejas peladas, por eso pensó que nunca nadie la querría. Pensaba en tristezas y penas. Ahí estaba él, con sus ojos clavados en ella durante horas. Ella le devolvió la mirada. Silencio calmado. Ella sonrió. Él intensificó la intensidad de su intensa mirada. Todo muy intenso. Ella soñaba ser amada. Él la miraba, miraba, miraba. Él no había probado bocado en todo el día y cuando se percató de que su mirada no funcionaba, se relamió los hocicos y ladró.”