Myself Ofelizándome

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lunes, 17 de mayo de 2010

El amor aletea (6)

Había tirado la casa por la ventana y se había sentado a esperar. En la ventana.
La lavadora destrozada formaba un charco de agua sucia alrededor. Pelusas y pelos enredaban a las arañas. Las arañas estaban enfadadas. No les había caído la lavadora encima y ahora tenían que morir enredadas en una maraña que no le llegaba ni a la suela del zapato a sus propias telas. Ella quería saltar pero entonces se perdería la furia de él y disfrutar esa furia era la que le
había empujado a tirarlo todo. Sólo había dejado sus calcetines sucios en el rincón de la
habitación. Eso le humillaría. Él, tan impasible, imperturbable y diplomático iba a montar en cólera y su blanco reluciente se iba a transformar en el color de los tomates. Sería la última vez que diría que no entendía. Ella, había tirado la casa por la ventana y se había sentado a esperar.

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